una abuela

En vez de gripe, me agarró fuerte una infecciòn de crisis en la escritura. Algo pasò (no lo voy a contar) que me hizo sentir que escribo al pedo. Lucho contra esa sensación, digo, es solo desaliento, un espejismo y sin embargo ... Como un gato, me lamo las heridas. Para colmo de males he ganado con un cuento que publiquè en el blog (Das Narrenschiff) una tercera menciòn en un concurso en honor a Cortazar en Lomas de Zamora. Una tercera menciòn es casi un premio consuelo, para quien aspira como yo a un reconocimiento imposible, y ademas cuando me envian el mail de aviso, confunden mi nombre: Ponen Matilde en vez de Nilda. Una insignificancia, que leo como una señal infausta
Ayer -por la seca en las ideas propias- colgue un texto de una mexicana hablando de su abuela y pensè en escribir el mio. Busque en el gugle, poniendo mis propias coordenadas, que había ya dicho yo de mi abuela Dirce (pronunciese Dirche) y aparecio esto, del 2010.

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Mi abuela no besaba.
Mi abuela vivió muchos años, creo que 93. Y murió cerca de mis 30, y hoy cumpliría años. Era del 94. Había visto de todo, el inicio del siglo XX, las guerras, los cambios sociales,  y había cruzado la mar en barco varias veces. Había visto en Dakar a los negros nadando cerca de los transatlanticos (el Principessa Maffalda)  de donde les tiraban los ricos monedas, para diversion arriba de borda. Mi abuela viajaba en tercera, y habia ido y venido por la mar.
Mi abuela me retaba porque yo me bañaba todos los días. Ella se lavaba todos los días con palangana, y me servía hesperidina cuando yo era muy chica.
Y me batía huevo con azúcar y moscato para fortalecerme.
Mi abuela hacia comida muy barata, con pocos ingredientes y riquisima. Sin embargo, para mejorar el gusto solia usar un invento de la modernidad, el cubito de knorr suiza
Había sido niñera cama adentro, sirvienta de ingleses (que comían desabridos), tuvo una fabrica de pastas en Congreso, un restaurante en Olivos y vino a vivirse a Lanus en la decada del 30 y siempre laburo en la casa como una hija de mil putas. Hasta su muerte . Y nunca se quejaba y la tardecita sacaba la silla a la puerta a ver pasar la vida. Yo tambien me sentaba en la puerta con una silla y llevaba a mi pequeña a jugar en la vereda, viendo las tres pasar la tarde suburbana hast que se hiciera de noche. Y todavia, los primeros de año (como excepciòn y en memoria de mi abuela) llevo una silla a la vereda y me pongo a ver pasar  la vida.
Mi abuela era de Parma y se consideraba mejor que los italianos del sur que la rodeaban porque era de la alti Italia.
Mi abuela siempre fue vieja.
 Y no entendía como yo podía ir al cine sola, a tomar una coca cola a un bar, a tomar un helado.Las mujeres buenas no hacen eso. Entrar solas. Todos te pueden mirar.
 Ella compraba (mandaba comprar)  queso bueno, parmesano. A los demás los llamaba pan rallado.
Se peinaba con dos peinetas y se cosía sus propios corpiños y siempre se vestía de gris o de azul, y no tenia varices ni nada y no iba al medico tampoco y todo lo curaba con linimento sloan. Siempre tenia delantal y guardaba trapitos e hilos, corchos y diarios viejos.Olia raro una casa llena de corchos e hilos que siempre servirìan para algo.
Mi abuela se avergonzaba cuando yo andaba besándome y refregàndome y abrazando a mi novio. ¿para que tanto beso decía?, Creo que la sexualidad era para ella un enigma o una ausencia.
Cuando estaba por morirse, y ya no se levantaba de la cama yo la iba a ver y me reconocia y me preguntaba que me fijara si habia amasado. Le parecia que se habìa pasado la noche amasando y que había dejado a secar los fideos arriba de la mesa, y yo, entonces,  le preguntaba la receta del minestrum, y hablábamos de un picadillo de perejil y panceta salada para ponerle arriba de la sopa.
¿Qué de esa mujer me habita? Nunca me decía nada lindo, nunca una zalameria, un piropo de abuela, una caricia, un regalo, pero mi abuela me arrancaba los yuyos del  pasto de casa cuando tenia mas de 80 años y me sacaba las botellas vacias a la puerta (y eran casi 100 metros de mi departamento a la calle) y hasta los 90 años, me hervía la acelga que yo compraba los sábados en la feria.
Mi abuela leìa todos los dias el diario y decía que el mundo iba hacia el nudismo.Yo era la prueba viva de la decandencia de las costumbres, con las minifaldas o mi vicio de entrar sola a tomar coca cola en bares, o de besarme en publico con mi novio.
Era una gran contadora de historias. Me contaba que una gitana le había dicho en Italia que se iba a casar en América y que nunca iba a estar tranquila economicamente hasta que se muriera el marido (que murió a los 40 mientras ella vivió 50 años mas) y que fue verdad y por eso temía a las gitanas.
Este post es en memoria de mi abuela.

Comentarios

Vicky S. ha dicho que…
No había leído esto, y me pareció hermoso...te envidio cómo escribís...tengo grabada una frase que escribiste una vez acerca de tu hija..."entre esta chica y yo hay algo"...¡tan simple!...
edu, desde el barrio, ha dicho que…
Me gustó.
Ud cumple los dos requisitos de un escritor: escribe bien, y tiene algo para decir... el resto, bueh... sólo tiempo.

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