la canciòn del deseo, que nunca tiene sentido
Un poeta que ignoraba (como tantas otras cosas) hasta hace dos minutos, me trae los lamentos de la erótica de un hombre en la monogamia. Se llama- el poeta- Jose Watanabe. y es peruano.
Entiendo perfectamente de que habla, aunque, por supuesto no soy un hombre casado, ni tengo pene al que consolar- Lo cuelgo porque habla de las sirenas o vaya a saber por que otras empatías.
EL TRASNOCHADO
Mientras mi mujer duerme
con sus dulces entrañas cerradas,
algunas noches
mi pene despierta.
Sólo estamos tú y yo, solos, le digo,
ella dormirá hasta mañana.
Mira alrededor. Una vena azul
cruza toda su tristeza.
Escucha la canción del deseo
que nunca tiene sentido.
Luego pregunta: ¿Otras?
El mundo se ha acabado,
ya no hay más mujeres, le digo.
Ninguna mentira lo derrota,
y porfía: ¿y los ángeles?
El cielo también se ha acabado,
y las sirenas
y todas las quimeras.
Entonces suspira, se emboza
y se queda dormido.
Entiendo perfectamente de que habla, aunque, por supuesto no soy un hombre casado, ni tengo pene al que consolar- Lo cuelgo porque habla de las sirenas o vaya a saber por que otras empatías.
EL TRASNOCHADO
Mientras mi mujer duerme
con sus dulces entrañas cerradas,
algunas noches
mi pene despierta.
Sólo estamos tú y yo, solos, le digo,
ella dormirá hasta mañana.
Mira alrededor. Una vena azul
cruza toda su tristeza.
Escucha la canción del deseo
que nunca tiene sentido.
Luego pregunta: ¿Otras?
El mundo se ha acabado,
ya no hay más mujeres, le digo.
Ninguna mentira lo derrota,
y porfía: ¿y los ángeles?
El cielo también se ha acabado,
y las sirenas
y todas las quimeras.
Entonces suspira, se emboza
y se queda dormido.
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