el sueño de esta noche.

Era un prado, y la hora era el ocaso, con lo cual, los verdes se volvian marrones. Yo sabía que era un coto de caza de reyes españoles (entonces, era en España). El lugar tenía un nombre que alguna vez yo habré leído en la revista Caras -que solo miro en la peluquería de Patricia- Fuengirola, se me ocurre pero no era exactamente eso.
(es que el sueño me diría que tengo que ir a la peluquería?)

Pero el prado estaba lleno de animales que saltaban de aquí para allá, conejos del tamaño de tigres, amarronados, perdices (y las veía perfectamente, como si yo supiera como es una perdíz, como en una lámina de la Naturaleza, con la perdiz perfilada con plumín y tinta china) y hasta ovejas blancas y enormes,que sin embargo no andaban en manada (debí buscar en google, cuando se trata de ovejas, se dice rebaño), sino solas.

Me acerco a una zanja, con la idea de sacar una foto que retrate el raro momento y temo (creo que va a pasar) se me caiga el celular. EL pozo tiene una profundidad que desconozco y pienso en agarrar un palo para tantearla.

Pregunto la hora a alguien del lugar, que advierte que soy argentina, que soy extranjera. Queda un rato aún, cierra a las siete. Pero yo se que es tarde.



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