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las sirenas pululamos, somos legiòn, invadimos el mar,


Estar acá, en el inframundo,  me hizo conocer a muchas sirenas:  ellas se embarran como manaties en los manglares con las palabras, son duraznos que sangran, se abrigan en recodos de los esteros del Paraná, y cuando una se fija bien, son (somos)  legión. Somos peste, somos carroña rusa o polaca, nosotras las mujeres sirenas, orillando distintas décadas (el dato parecería carecer de importancia), estamos sirenas revirandonos como mala madera al sol, reventando en decires como chauchas de algarrobo en su tiempo de dehiscencias. Pareciendonos en las diferencias, en las oquedades, en las luminiscencias.
Hoy me traje del lugar menos pensado (del twitter) a Carolina Bugnone, la Mirna -nos decimos una a otra Mirnas- que es psicoanalista como yo. La traje al blog porque sé de que està hablando: bienvenida, Mirna 


Los seudópodos y ese asunto

no puedo pensar en otra cosa
los días así,
todo me mira
como la lata en el océano
del seminario once
y lo escópico y la mar en coche

si las palabras sirvieran
para algo
seríamos ricos
o tendríamos recursos
genuinos
-como dicen los políticos-
para afrontar
lo que hay que afrontar

el mundo subterráneo marino,
lo que pasa ahí abajo
es un misterio y un miedo
que sólo conozco por los documentales
que veía de chica,
animales blandos y fosforescentes
moviéndose
siniestros
en la oscuridad inmerecida
del agua

los seudópodos, la ameba, la pulsión
el fantasma
y todo ese asunto
que los estudiosos comprenden
como los biólogos a los pulpos

con tal de no caer
en el agujero:

hijos discos cigarrillos libros fútbol
sexo poemas fotos congresos
y enormes rectángulos de vidrio
con agua
y peces dorados y negros
que comen y duermen una frágil vida sin sentido.

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