Harta de hablar (revisita a un viejo texto)



Harta de hablar, de mi prosa pastosa, me quedare muda. Y cuando venga a mi, cuando yo lo agarre, me voy a ubicar epistemológica y concretamente en el periodo sensoriomotor. Aquel tiempo donde la inteligencia labora previo al lenguaje. La inteligencia del primer año de vida.
Sumamente harta de ser esclava del signo lingüístico, del malentendido de las palabras, que se deslizan por la materialidad de las silabas dando lugar a la polisemia, lo voy a agarrar como un infante que no ha articulado chiste alguno aun, lo voy a agarrar como un bebe explora un objeto nuevo, como a una cosa que puedo chupar con mi lengua para conocerle el gusto, presionar contra mi piel para saber de rugosidades o lisuras, que puedo oler como se huele la tierra mojada por la lluvia.
¿Que los sentidos engañan? Paparruchadas, mas engañan las palabras.
Déjeme captarlo por los sentidos. Por los cinco.
Me lo voy a meter en la boca, no importa si es peligroso como un botón, como un juguete de chocolatín  y que corra el imprudente riesgo de que me lo pueda tragar y terminar en el médico tratándomelos de sacar con ganchos, por que se me atosigò en la garganta y no puedo respirar. Correré ese riesgo.
Entonces sabre si es dulce o acido o si es duro o blando y  en el eventual caso de que este recubierto de pintura toxica como un juguete barato hecho en la china, me lo aguanto.  Me bancaré la intoxicación, el veneno, el suero o la muerte, pero no lo voy a leer como a un texto. No a él.
Y después  lo voy a oler, lo voy a levantar y  lo voy a rodear si es demasiado pesado como para tomarlo con las manos. Y si no, haré como los chicos hacen con las cajas vacías que traían los televisores que no eran chatos, y que servían para algo. Me voy a meter adentro a jugar a la casita. Y voy a jugar a "acá esta/no esta" y que me busquen y me encuentren si me necesitan. Voy a escuchar el ruido que hace como si él fuera un caracol y me trajera el mar. Sin tratar de entender lo que dice, solo dejándome arrullar por la música como un bebe por las palabras de su madre.
Y después, si es peligroso y da corriente, o si es como una fogata que parece que sirve para calentarse las manos pero si te acercas mucho te daña, te hace llagas, pagare el precio. Me quemare con su fuego o con su hielo, y tan contenta. Por que me niego a leer las instrucciones. No lo haré.
Y lo mejor de todo es que lo voy a sacudir como a un paquete de regalo, para ver si hace ruido, me voy a parar arriba para ver si resiste y lo voy a tirar al suelo y volver a agarrarlo una y otra vez como hacen los bebes con sus juguetes, y luego me dormiré abrazada a él, como  si fuera una frazadita de esas que los pibes no quieren largar.
Y no voy a decir ni una palabra. Ni una.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Una bellezosidad. Gracias
Noé Lima ha dicho que…
Vi tu comentario en 400 elefantes de mi poema La Sirena de Sangre, gracias.

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