demasiado tarde para ver puertos que valgan la pena y contrariando a Tuñon, no hay nadie esperandome

Ayer estaba hablando de puertos, de prostitutas de puerto, de marineros. De puertos que ya no son lo que eran y el viento me trajo la palabra Amberes.
Tuñon no estuvo en Belgica (ese paìs de chocolates caros, de orden y pasto cortado, de Tintin y  donde vio la luz Julio Cortazar). Tuñon estuvo en la Patagonia, en Rio Gallegos. Y escribio estos versos: Amberes, Gallegos, los puertos se parecen y las mujeres de puertos quizá también: Hemos llegado tarde a los puertos



ESCRITO EN UNA TRASTIENDA

EN TODOS los puertos del mundo
descansa la noche
sobre los navíos oscuros
y reza su rosario de lunas
el viejo lobo curtido y silencioso.
Palomas de las músicas vagabundas
picotean los fanales encendidos.
Tu recuerdo ha hecho hueco en mi mano sin luz.
Ah, llegar a tu cabellera rubia como a un puerto final.

Atracan los astros
y detrás de los grandes murallones de sombras
luces multicolores se roban las miradas
y las estrellas son afónicas
como la voz de la violinista tuberculosa
cuya tos en el bar es obligatoria.
El alcohol anda en zancos y las mujeres canallas
Pasean su olor a polvo y su cansancio.

En todos los puertos del mundo
hay alguien que está esperando.

Hasta muy cerca de los navíos
salen los patios
y entran por los oídos de los marinos.
Un sabor dulce, un amargo sabor.
En todos los puertos del mundo
hay vagabundos como yo
que asoman al asombro lejano
el corazón, como un barquito en la mano.

Hay una calle, larga borrachera,
pedazos de noche dispersada
y cuando llega el alba roja y con su clarín
revuela pájaros alucinados,
en todos los puertos del mundo
hay alguien que está esperando.


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