la vida breve, un poema de alguien demasiado habanero para ser porteño y demasiado porteño para ser cualquier otra cosa.

¿Que fuerte emigrar, verdad?  Todo el tiempo la gente abandona la tierra natal.Cruza con su mochilita el vasto mundo.  Muchos no vuelven jamas, y se le mueren los queridos y cambian las calles y  los olores, los lugares amados se derrumba, y mira que han puesto un shopping donde estaba el cine....
Esta sirena es de las argentinas que vienen de otros lados, en germen me vine hace 100 años desde Italia y España,  la cruza que me habita.
 Tal vez hubo algún moro, si me guío por el recuerdo de  la cara de mi abuelo. . Pura Europa (y no es virtud) me envenena la sangre ¿sera por eso que siempre siento que este lugar me queda incomodo?
O acaso ser extranjero es una forma de la angustia que no necesita de mudanzas.
Nunca me mudè. Hace 57 años que vivo en la misma manzana, casa mas, casa menos. Y sin embargo hay un estar descolocada en el espacio que no se explica, un vago malestar de emigrada.

Leo con gusto los poemas de un pibe cubano, que vive acá, en la ciudad de la furia, Buenos Aires.  Al leerlo, pienso en todos los emigrados. El  habla un argentino sin acento cubano, y cuando le he escrito, me afano en intentar un cubano de traductor gugle, tan trucho, pensando en que tal vez sonría, escuchando voces de la casa natal.

Tiene una pagina web (no entenderé nunca por que pagar una web si los blog son free, (ey ud. puede tener uno, si ud.,el que està leyendo) que nombra como  www.aporias.com.ar
y este poema, tan bello. Gracias Hache (Heriberto San Jorge) por prestárlo a las sirenas ahogadas en vodka

Coleopterosis

Huye cocuyo con tus luces a otro lado,
que esta calle ya no alumbra
malparida
imberbe,
ni la sombra virginal de un pubis
desvestido a machetazos.

Cómo vas a dar a luz en el pavimento,
donde sólo crece mala hierba
y se asoman los pastos
narcisos
ansiosos
por reflejarse en cualquier charco
cuando llueve,
si es que llueve.

Aprovecha el brillo mientras dure
que la parada más próxima es la ceguera,
allí donde te abrasa el asfalto
y te aplasta crujiente como una fritura.

Ya verás que
entre sus dedos
sólo te espera el espasmo,
y el torax quebrado a la intemperie
sin auxilio.

Fíjate como palidece el verde y lo rápido que se apaga,
como delante tuyo ya no ves pasar ni una mosca,
ni jejenes henchidos de sangre
satisfechos,
ni orugas con alas policromadas en el piso.

Huye cocuyo, cuando puedas;
muchacho,
hazme caso.

Buenos Aires, 28 de febrero de 2014

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Es muy argentino eso de sentirse extranjero y emigrado en cada punto del planeta que se pisa...
Tanto decir que venimos de los barcos y parece que los barcos se han quedado dentro nuestro (se lo dice una mescolanza de españoles con suizos, alemanes, etc)

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